Fanatismo político
08.11.2019 20:05No sé a ustedes, pero cuando escuché decir esta tarde en las noticias que acababa la campaña electoral más corta de nuestra historia democrática, se me juntaron de repente ganas de reír, llorar, vomitar y tirarle algo a la tele. Y es que la campaña, sempiterna, nos persigue hasta cuando vamos al váter, que parece que el teléfono móvil también tuviera sus necesidades. Por suerte, si algo tiene de bueno el sapiens es su capacidad de adaptación. Al menos en lo que a mi respecta, me he acostumbrado. Casi, sería más justo decir, pero sí, puedo aseverar que no me molestan ya los machaqueos, los embustes y las estupideces políticas que se suceden a diario. Lo que no deja de sorprenderme es cómo en más ocasiones que las deseables el ciudadano de a pie se deja embaucar y se alista a la causa del partido que le agrada con tal convicción que, cegado o trastornado, comienza a ver solo lo que quiere ver, y transforma la verdad en la verdad del partido, al que endiosa hasta tal punto de que todo lo que dice este es cierto y beneficioso, y todo lo que sostiene aquel es falso o pernicioso. Un poco, para entendernos, como el aficionado fanático que solo ve los penalties en el área del Madrid y no en los del Barcelona, o viceversa. De modo que no sé por qué extraño encantamiento, un individuo normal en todos los aspectos de la vida, pierde por completo la objetividad para transformarse en un zombi político.
En estos días, rectifico: en casi todos los días, no paran de oirse comentarios del tipo aludido, fanáticos, o pasionales si prefieren, pero rigurosidad, y por ende objetividad, muy poquita. Voy a tomar un ejemplo de entre decenas y decenas que podría elegir: el asunto de los presos. Para ello he recopilado información del Instituto Nacional de Estadística y de Instituciones Penitenciarias. Los datos se refieren a enero de 2019, fecha más próxima en que se pueden casar ambas lecturas. Bien, en tal fecha en España vivían 23.007.862 hombres y 23.926.770 mujeres, entre ellos 54.530 presos y 4.441 presas. De estos datos se desprende que el 0,237 % de los hombres en España están presos y el 0,018 % de las mujeres. Convendrán conmigo que no cuesta nada decir, además de ser verdad, que la inmensa mayoría de los hombres son honrados, pero que delinquen 13 veces más que las mujeres. Hagamos el mismo razonamiento con los extranjeros. En España viven 46.934.632 personas, de las cuales 4.848.516 son extranjeros. En cuanto a la población reclusa, de un total de 58.971 encarcelados 16.555 son extranjeros. Resulta fácil calcular que el 0,1 % de los españoles están presos y el 0,34 % de los extranjeros. Entonces, señores de la derecha, extrema, ultra, lisa o llana, ¿tanto cuesta afirmar que la inmensa mayoría de los extranjeros residentes en España son personas honradas? Y los señores de la izquierda, extrema, ultra, lisa o llana, ¿tanto cuesta afirmar que los extranjeros residentes en España delinquen 3 veces más que los españoles? ¿Tan difícil resulta reconocer datos reales, interpretarlos en la justa medida, reconocer lo bueno y lo malo de esa realidad y proponer para crecer en lo bueno y cortar en lo malo? Pues parece ser que sí, en este y en cualquier asunto qu se nos ocurra. Y así nos va.